Te cuento que hace poco tuvimos un caso bastante curioso.
Nuestro cliente, una fábrica de cables de acero, que hace cables para cosas pesadas como las grúas, vendió una buena cantidad de cables y estructuras a una empresa de logística de conciertos.
Todo parecía ir bien hasta que un día, durante un concierto, una torre de altavoces que estaba suspendida con sus cables terminó cayendo al suelo.
Un buen lío, ¿no?
Pues, claro, la empresa que organizaba el concierto no tardó en reclamar a nuestro cliente, alegando que el cable era de mala calidad y que eso fue lo que causó el accidente.
Imagina el panorama: cables que no aguantan lo que deberían…
Pues ahí es cuando entramos nosotros.
Tuvimos que hacer una pericial bastante compleja en la Universidad Autónoma de Madrid, con un montón de cálculos de resistencias, pruebas y todo lo que te puedas imaginar.
El trabajo fue largo, pero valió la pena.
Finalmente, conseguimos demostrar que el cable que habíamos suministrado estaba dentro de los estándares de calidad, pero lo que realmente pasó es que los de la empresa de conciertos habían puesto más peso del que el cable podía soportar.
Así que, después de todo ese lío, ganamos el juicio.
No solo eso, sino que también logramos que el cliente se librara de tener que pagar una indemnización.
A veces, las reclamaciones pueden parecer una bomba, pero con el enfoque y las pruebas correctas, todo se puede desmontar.